domingo, 26 de junio de 2011

Quizás (III)

nnnPasado un tiempo, apretó el off, se levantó del sillón y lavó la taza, el cuchillo, el plato y la cuchara. Tendió la cama: sacó las almohadas, la colcha, la frazada y la sábana; sacudió la ajustable para despegar todo los pelos que perdía durante la noche; enganchó las esquinas y pasó la mano para desplazar las arrugas hasta que cayeran del lado derecho; extendió la sábana, la frazada y la colcha, y las metió debajo del colchón perfectamente, como siempre. Como siempre puso las almohadas en su lugar. Podía arrancar.
nnnSe dejó el pantalón del pijama; se puso un polar encima de la remera mangas largas como si tuviera frío y decidió sentarse a trabajar. No quería dibujar más planos en la computadora. Estaba hastiado de dibujar planos en la computadora. Abrió el Outlook, para esquivar abrir el Autocad. Seis mensajes nuevos, cinco no deseados. En verdad, el único no deseado era el de la bandeja de entrada: Ricardo de nuevo con sus problemas. Con los problemas de los dos. Leyó:

Anselmo, mama esta freak de nuevo. Vení porque sino me frikeo yo.

nnn“Mamá siempre estuvo loca y Ricardo siempre tuvo errores de ortografía. Por lo menos eso sigue igual”, pensó e hizo una mueca parecida a una sonrisa.

Cama en rojo, de David Minguillon

domingo, 19 de junio de 2011

Quizás (II)

nnnUna hora más tarde, después de restregarse los ojos un par de veces, después de sentirse despierto, prendió la pava. Sonó la pava. Apagó la pava. Una cucharada y media de café, dos cucharadas de azúcar, un poco (casi siempre el mismo poco) de leche en polvo fortificada, un poquito de agua fría y a revolver. Que no quedara tan chirle era una preocupación, que quedara demasiado duro era una preocupación. Hacía falta sólo que quedara. Dos tostadas y mermelada. La comida más importante le era importante.
nnnSe sentó en el sillón de siempre. Se sintió bipolar. Sentía adrenalina en el cuerpo como para correr una maratón. Sentía cosquillas en los brazos y en las piernas. Sentía un poco de temblor. Deseó correr kilómetros y kilómetros sin parar. Largarse sin más, perderse sin más. Lo haría. Lo haría si el gran imán del sillón lo dejara ponerse las Adidas. Si el gran imán del sillón fuera un gran imán en el sillón, lo haría. La adrenalina estaba, pero sólo para pensar que ese cuerpo es el suyo. Hay un cuerpo que es suyo. No quería usarlo.
nnnPensó en Kafka. Pensó en su Gregorio Samsa. Pensó en la metamorfosis de su Gregorio Samsa. Pensó en que, si él fuera un Gregorio Samsa, sería más fácil. Escupirle al mundo sin más que se es una alimaña. Mostrarle a todos los que creían que estaba deprimido que no sólo era eso. Era un bicho, un monstruo horrible, pero capaz de ser pisado en el suelo.

Inmovilidad, de Darío Zana

sábado, 11 de junio de 2011

Quizás (I)

nnnSe despertó como queriendo ser otro. No pudo. Sentía las mismas manos, el mismo espacio ocupado, la misma soledad.
nnnSe despertó como todos los días sin poner el reloj. Seguramente tendría a donde ir si se lo hubiera propuesto; seguramente su vida sería otra rutina si lo hubiera deseado un poco más.
nnnSe despertó a las 9:55 h, justo para ver en la pantalla alguno de los programas que contaban otra vida, los realities eran de otros, la vida era de otros.
nnnSe levantó para ir al baño, sólo porque las piernas le empezaron a demostrar un nerviosismo casi acostumbrado. Hizo pis. Miro el espejo esperando ser otro. No pudo. La barba crecida por lo menos alcanzó a ocultarle un poco de piel.
nnnNo se lavó las manos. No se cepilló los dientes. No se miró de nuevo.
nnnSe sentó en el sillón de siempre. Se sentó en el hueco del sillón de siempre a ver la pantalla apagada. Parecía que requería demasiado esfuerzo apretar el on. Definitivamente se requería demasiado esfuerzo para apretar el on.
nnnLo apretó.

El sillón verde, de Marcelo Soares Leguineche

sábado, 4 de junio de 2011

I

Quisiera no tener que escribir
            detenerme en el umbral de las palabras
como un niño en el cordón de
                        la vereda
como el grito de angustia en
                        la noche
Detenerme sin más.