sábado, 29 de mayo de 2010

Y la ducha no funciona...

nnn¡Cosa 'e Mandinga! Basta con tener un día malo para que las cosas se compliquen.
nnnEnojada con el mundo, decidí meterme en la ducha para sacarme el polvo acumulado, la mala onda y las palabras ajenas. Extrañamente, la ducha tenía poca agua. Pregunto: "¿Sigue prendido el lavarropas?". Y sí, el lavarropas justo empezaba a cargar agua para hacer su último enjuague. Segundo grito y apagado. Pregunto: "¿Sigue prendido el calefón". Y no, el calefón no quiso seguir prendido con tan poca agua pasando por sus venas-caños. Tercer grito y prendido. Congelada, esperé a que el agua se calentara de nuevo. Ya no tranquila (quizás hasta pateleé como una nena), sentí como se me helaban los dedos del pie mientras probaba cuán caliente no salía el agua. Cuando todo por fin parecía mejorar y el vapor me daba el visto bueno, el paso de la canilla a la ducha se rompió. Gritos, un "Y, bueno, se rompió, dejalo así" y mi bronca que también echaba vapor sacaron mi argento de adentro. Ya no pregunto, exijo: "Traeme la vincha del bolsito bordó". Décimo sexto grito y vincha en mano. Como el peor de los plomeros, lo até con lycra. Ya no me importaba llegar tarde, no me importaba escuchar una y otra vez lo mismo, no me importaba ser sincericida, ni nada. Sólo quería un buen baño caliente.


nnnEsa noche, Epimeteo se duchó. Pregunto: "¿Todo bien con las canillas?". Y sí, a él el baño le funcionó. Ningún grito, sólo una gran queja a Mandinga.    

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